RECUPERA A TU HOMBRE EN 7 DÍAS

La Realidad del Sueño (Continuación)...


¿Toqué a tu puerta?

De Casualidad saliste tú, te vi más linda que nunca, quizá te vi más linda de lo normal, porque en ti vi reflejada mi esperanza, el sueño, el brillo del amor. Te saludé…

- Hola
- -Hola Hígado ¿Qué haces? – Dijiste extrañada de verme ahí a esas horas de la noche y en domingo.

Lo de Hígado me lo decías porque en alguna plática llegamos a la conclusión de que el amor no se siente en el corazón, sino en el cerebro… Específicamente en el Hipotálamo “Según Recuerdo”, Tú decías que el Hígado y el corazón eran órganos del cuerpo, Entonces bromeando dijiste: “Por lo tanto decir te quiero con todo el corazón es lo mismo que decir te quiero con todo el Hígado”. Y cerramos la plática con el feliz estruendo de nuestras carcajadas.

Me acerque a ti, te tome la mano y te mire a los ojos, caminando hacia atrás te aleje de la puerta de tu casa, para poder hablarte sin que nadie dentro nos escuchara.

- Sabes Ana, hoy estuve pensando en que… ¿qué pasaría si abandonará mi rutina bacía de propósito y significado y escapara a otro lugar? … tal vez (continúe), existan personas que necesiten de mi u otras circunstancias ó costumbres que me señalen un ¿Porqué? De mi existencia.

Tu solo me observabas callada, “La plática en aquel entonces no era tu fuerte”, no sabía si me estabas comprendiendo, si me lograba explicar… Pero como no me interrumpías, ni comentabas nada, seguí hablando.

- Me quiero ir de aquí Ana y me iré A-H-O-R-A. Pero ¿Sabes?, Me quiero ir contigo, quiero que te vayas conmigo… Acompáñame por Favor.

Tú te quedaste como pensando que bromeaba y no articulaste palabra, solo me sonreíste entre incrédula y temerosa…

- Solo te lo puedo pedir a ti, porque eres lo único que no podría dejar aquí, porque… No te puedo explicar el porqué.

“Era el colmo, que el más grande amor había despertado en mi corazón (¿Debería decir en el Hígado?)” Desde aquel momento en que, ¿? En qué… La verdad nunca me día cuenta cuando comencé a amarte, solo sabía que te amaba, quizá desde mucho antes de conocerte.

- Solo acompáñame y dame la oportunidad de compartir contigo este sueño, dame la oportunidad de demostrarte lo que tanto trabajo me cuesta decirte con palabras.

Y entonces, entonces paso lo más increíble, lo que no creí que me dirías, aunque lo estaba deseando con toda la intensidad de mi alma.

- Si Luis, te acompaño, pero vámonos antes de que me arrepienta, y por favor tampoco me preguntes porque te acompaño… Porque no lo sé, solo sé que siento la enorme necesidad de ir contigo, de compartir todo contigo.

Entonces te tome de la mano y empezamos a caminar por el callejón, no decíamos ninguna palabra, ningún sonido, ni siquiera nos mirábamos, caminamos sumidos en nuestros pensamientos, nuestras manos se encontraban unidas con cariñosa incertidumbre, nuestros pasos que se encaminaban al futuro, eran vacilantes pero avanzando siempre adelante.
Sí, teníamos miedo, pero también teníamos el antídoto para el miedo. Estábamos llenos de Amor.
“¿Qué persona no ha vivido esa sensación al mirar atrás, de no saber como lograron “x” cosa, o cómo fue que se atrevieron, simplemente lo hicieron, y lo único que recuerdan era esa sensación de amor dentro de ellos?... De ese antídoto estoy hablando”.

Tomamos una micro de trasporte colectivo, que nos llevaría a la central de autobuses de la Ciudad… Durante el trascurso de aproximadamente 45 minutos. No dijimos nada, solo hablábamos con nuestras manos, con nuestros dedos aferrándonos uno al otro, casi podíamos escuchar el bum-bum de nuestros corazones, y nuestras respiraciones entre cortadas, como cuando meditamos, como cuando suspiramos, pero no eran suspiros de añoranza, eran suspiros de esperanza… Llegamos a la central y te dije:

- ¿A dónde nos vamos?

- A donde tú quieras – Respondiste. Te abrace muy fuerte pero con toda mi ternura, porque al responder tu voz temblaba y parecía que no creías lo que estaba pasando… En realidad ni yo mismo lo creía.

Porque a mí también me invadía un miedo desconocido, pero la felicidad de iniciar una nueva aventura de vida a tu lado, me impulsaba a seguir… aunque quizá esa era la principal causa de mi miedo… TÚ.

5


Resultaba contradictorio que el motivo fundamental de toda esta aventura… o sea tú, también fuera el principal motivo de mi miedo. Por un lado el vivir contigo me infundía valor, esperanza , fuerza, coraje, ganas de salir adelante, por otro me daba temor de no ser capaz de protegerte, de satisfacer tus necesidades básicas de comida vestido, vivienda… ¿Pero y tú? ¿Qué estabas pensando tú?

A tu corta edad y a pesar de que la vida te había empujado a madurar con rapidez, no atinabas a formarte juicios y conclusiones de lo que estabas por hacer conmigo… tus ojos eran más claros que tus pensamientos y palabras. Lo hacías solo por amor, te estabas poniendo en mis manos, querías compartir el resto de tu vida conmigo, “¿Era quizá que te paso igual que a mí, que la vida tomo un brillo especial y diferente desde que te encontré, y que ya no querías volver a vivir sin ese sentimiento de plenitud y eternidad?”

Compre boletos para el puerto de Veracruz, porque fue lo primero que se me ocurrió. Mientras subíamos al autobús pensé… ¿En cuanto tiempo pasaría para volver a ver este lugar que nos había visto crecer? ¿Notaría la gente nuestra ausencia, aparte de nuestra familia? ¿Cuánta gente nacería hoy, para que el día de mañana viniera a formar parte de la historia de muchas personas que nacieron ayer? Me sacudí los pensamientos y dije:

- Hasta atrás – Respondiste – Como en las micros cuando ibas por mí a la escuela – Tus ojos brillaron por el recuerdo revivido…

Aunque solo fuera hace dos días la última vez que pase por ti a tu escuela, ahora este hecho formaba ya parte de nuestros recuerdos, como las “Minas”, ese lugar estaba cerca de tu escuela, a solo unos cuantos pasos. Desde ahí podíamos observar toda la ciudad, era como nuestro lugar mágico, ahí platicábamos, ahí hacíamos planes para casarnos, planes de ahorro, planes para nuestros hijos, allí sentíamos muy vivo el sentimiento de libertad, porque no existían ojos indiscretos, criticones, parecía que Dios nos había construido ese lugar para darnos un tímido empujón para vivir nuestro sueño de Amor…

...“Es más he de confesar que incluso llegue a sentir que Dios (El Gran Jefe), Ana y yo éramos los protagonistas de una de sus historias favoritas, de una de sus películas de colección.

Ya sentados no deje de abrazarte, tú te apretabas conmigo y cerrabas los ojos, te veías temerosa pero feliz, y, aunque en ese entonces ni tú ni yo, nos habíamos confesado nuestro amor, era obvio que ya éramos prisioneros de la cárcel de su paraíso terrenal, besé tu mejilla y acaricie tu pelo mientras tú sonreías con dulce satisfacción.

El chofer arranco el autobús y mientras avanzaba nos quedamos en silencio, mirábamos por la ventanilla a los coches que venían en sentido inverso, observábamos las construcciones que tantas veces viéramos en el pasado, observábamos todo con una nostalgia diferente, al saber que no las volveríamos a ver pronto. Nuestra ciudad natal estaba quedando atrás, sentí que apretabas mi mano y volví mi mirada hacia ti.
- ¿Qué va a pasar con tu mamá y tus hermanos? – Preguntaste

- No te preocupes le deje el negocio a mi Jefa para que disponga de él como mejor le parezca, además mi hermana mayor sabrá hacerse responsable de la familia… ¿Y qué va a pasar con tu familia y con tu escuela? – Te devolví la pregunta.

- Con la escuela no sé, y con mi familia supongo que no se morirán sin mi… solo me pregunto ¿Qué pasará con nosotros?

Tenias razón, preocuparse por lo que estábamos dejando atrás, no era tan apremiante como ocuparse de lo que nos esperaba.

- No Tengas pendiente, de ahora en adelante yo cuidaré de ti… y tu de mi. Mano con mano, hombro con hombro y corazón con corazón. Lucharemos los dos y siempre seremos parejos en todo, por lo demás solo vívelo y no olvides que te… que te quiero mucho Ana.
Te sonreí tratando de infundirte confianza, tú me devolviste la sonrisa y dijiste – Yo también te quiero mucho Luis – Y al final de cuentas creo que la confianza me la infundiste tú a mí.

Entonces nos acurrucamos uno con el otro y ya no supimos más por el sueño nos venció. No nos enteramos si el autobús hizo escalas ó cuantas hizo, pero cuando desperté tu aún dormías, se comenzaba a sentir una rica sensación de calor, no estoy seguro si por la cercanía de nuestro destino, ó porque el autobús se había llenado.

Me sorprendía la forma tan despreocupada en que dormías, ¿Tanto confiabas en mí? ¿Estabas muy cansada del viaje? Deje de hacerme tontas preguntas y me dedique a contemplarte durmiendo… Era la primera vez que te contemplaba perdida en el mundo de los sueños, lucias muy linda con los ojos cerrados delicadamente y tu boquita trompuda como invitando a ser besada, “Me fascinaba la forma como parabas tu labio inferior”, sonreí al recordar como desde la primera vez que te había hecho el comentario sobre tu labio, evitabas pararlo… la primera vez que te dije trompuda dijiste – Trompa solo tienen los animales en especial los puercos – Y así, mientras recordaba seguía rozando con delicadeza tu mejilla izquierda y acariciando tu hombro derecho, tal vez quería que sintieras que estaba allí, que estaba contigo.
Tuve la impresión de que estabas despierta y entonces retire mi mano que exploraba tu cara con cariño, con ese cariño especial que provoca el amor y que es diferente al cariño de un amigo… Porque eso éramos tu y yo… ¡Solo amigos!

- ¿Ana? – Pregunte para comprobar que aún dormías, tú sonreíste adivinando mis pensamientos y dijiste…

- Sí, estoy despierta, pero me gusta mucho que me acaricies, sonreí por mi absurda vergüenza y por tu maldosa travesura y dije:

- Ya siéntate bien que ya vamos a llegar,- El autobús entraba a la ciudad y tú explorabas con ávida curiosidad y dijiste:

- Me siento rara, como desprotegida… - Yo también siento miedo – Contesté, pero no olvides que estamos juntos, mano con mano, hombro con hombro, corazón con corazón, tu conmigo y yo contigo.

La Realidad del Sueño


Primera parte: De Corazón a Corazón (En el Mundo de la Imaginación)

1 (El sueño)

Todo empezó aquella noche de domingo, yo tenía escasos 21 años cumplidos, y hacia ya casi un año de haberte conocido.

Me encontraba de pie frente a la puerta de entrada de tu casa, me pase una eternidad analizando todos los detalles del frente de tu casa. La puerta negra de metal, con adornos de herraje… un tanto colgada hacia la izquierda como cuando un perro ladea la cabeza para saludar a su amo, a la derecha el buzón de correo, color negro también, con muchas pequeñas partes oxidadas, y con señales de no haber recibido carta alguna en mucho tiempo, el pasillo de entrada a tu casa como de un metro de ancho de tonos blanquizco y también descascarado por el tiempo, la pequeña ventana de la derecha, con cortinas blancas con descoloridos estampados de flores… “Me pareció que el momento decisivo del amor que te tenia había llegado al fin”.

Quizá fue por ese momento definitivo (como cuando alguien muere), que nuestra historia recorrió mi mente como un relámpago, pero un relámpago cálido, romántico, un relámpago lleno de esperanzo, lleno de amor… “Recuerdo muy bien las primeras palabras que cruzamos, tu atendías un local de helados, yo atendía una zapatería unos cuantos pasos de ti”.

- Hola, disculpa tienes helado de… El sabor no lo recuerdo, en realidad era un pretexto para acercarme a ti, para conocerte. Llevaba semanas viéndote pasar, checando tu horario, tu forma de caminar, tu cabello rebelde, “Tu cabello me recordaba una fuerte lluvia” Por eso te llamaba pelos de aguacero, mote que te provocaba mucha risa y mi el enorme placer de verte sonreír, tu mirada profunda y desafiante… Y esa constante expresión de enojo en tu cara. Incluso parabas el labio inferior de tu boca como un niño recién regañado a punto de soltar el llanto. “WOW de verdad me encantabas”

- No, no tengo de ese sabor - fue tu respuesta… ¡Caray no puede creer en mi mala suerte! El plan de ataque era que si tuvieras de ese sabor, y como no estaba preparado para un “No”, lo único que atine a decir fue – Gracias. ¿Pero quién está preparado realmente cuando se topa de frente con el amor?...

Los días volvieron a irse con esa repentina lentitud que los envuelve cuando estás enamorado y lejos de tu ser amado… Te miraba pasar a misa de 7 con tus hermanas (Sonia, Erika y Bety), todos los domingos, pensando a cada instante en como lograría captar tu atención, ser tu amigo, tener la valiosa oportunidad de conquistar tu amor.

Y mientras tanto, me aprendía las combinaciones de tu ropa “Tu suéter de rombos de colores y tu pantalón de mezclilla azul fuerte, tu minifalda negra con tu blusa blanca, tu pants azul celeste, etc.” Tus distintos peinados “Me encantaba cuando te dejabas caer dos caireles a los costados de tu cara”, el sonido de tus pasos “Rápido y tímido con un misterioso e inocente toque de sensualidad”, el timbre de tu voz “Tierno pero firme, Autoritario pero suplicante”…

¡Era Increíble! Te habías colado en mis más íntimos anhelos, hasta te soñaba casi todas las noches… Y todo eso, a pesar de que las únicas palabras que me habías dirigido hasta entonces eran: - No, no tengo de ese sabor.

2

Y como bien dicen por ahí, “El Amor es la Fuerza Motivadora más importante del Mundo”… Volví a buscarte en la tienda de Helados, ¿Para qué? ¡Para que iba a ser!, para comprar un helado desde luego, pero mientras me servías mi helado de fresa (sí, esta vez tenía que ser un sabor que SÍ tuvieras). No me pude contener más y te pregunté tu nombre, añadiendo mi estúpido comentario al final.
- ¿Estás enojada?, - Me llamo Ana María y si ya no se te ofrece nada…

- ¡Uy que genio te cargas chiquita! Solo intentaba hacerte platica – Sonreí divertido, mientras que tu literalmente echabas chispas por los ojos… continúe

- ¿Sabes? Te vez muy guapa así enojada ¿he? - , y como simplemente seguías fulminándome con la mirada, opte por salir de tu lugar de trabajo, (Pero como los experimentados vendedores) solo di algunos pasos hacia afuera y regresé… (Cupido había dado en el blanco de mi corazón por primera vez), entre nuevamente y te dije…

- Bueno perdóname ¿sí? No fue mi intención molestarte, solo quería ser tu amigo – Tu te encontrabas riendo contigo misma, y como ya no podías volver a disimular tu falso enojo, no te quedo otra salida decente que disculparte.

- No, discúlpame tu a mí, lo que pasa es que Basilio (tenia nombre de bacteria), mi patrón, es muy sangrón y exigente, no quiero que me moleste ni me llame la atención, si se entera que accedí a platicar contigo.

¡Perfecto! Pensé, solo necesitaba una pequeña oportunidad para dedicarme por completo a conquistarte.
- No hay problema, ya me voy para que no te regañe el nombre de bacteria… Por cierto cuando sonríes te vez mucho más hermosa que cuando te enojas… yo me llamo José Luis – Y Salí de la tienda, observando cómo no acertabas a ponerte seria o seguir sonriendo.

- Adiós – Contestaste, y me lleve guardada en la mente, la inigualable belleza de tu mirada iluminada por tu sonrisa.

Por fin lo había logrado, ya éramos amigos… ¿Amigos?, bueno algo es algo, ya me encargaría yo de ganarme tu corazón, por el momento tu amistad me serviría para conocerte más, para quitarme ese ridículo miedo a ser rechazado por ti… “En verdad era tonto sentirme así, porque hasta entonces mi suerte con las mujeres era inmejorable, gozaba de una excelente reputación entre el sexo opuesto y, sobre todo; las chicas más deseadas del lugar pretendían algo más que mis piropos”.

Pero no lo podía Evitar, el solo pensar en ti me hacía sentir una sensación de vacío en el estomago, como si tú fueras la poseedora de los caprichosos hilos de mi destino, como si de ti dependiera todo mi futuro, como si de ti derivara mi pasado (sí, se que suena a física cuántica), pero la realidad era que tú eras lo que le daba razón a todo mi presente.

Por ello, no quería cometer ningún error, no quería perderte, debía ser cuidadoso para no volver a separarme de ti, ¡¡¿¿Volver a separarme de ti??!!... El tiempo se encargaría de aclarármelo. 


3


Estaba petrificado frente a la puerta de tu casa, con la idea firme de proponerte escaparnos a otro lugar. Siempre había anhelado conocer otros lugares, otra gente otras ideas, otras costumbres, en fin, otras formas de vida en general, pero siempre por alguna razón el destino me detenía… ó quizá me detenía yo mismo. Hoy conozco la razón, estaba esperando por ti, nada me infundía más valor y esperanza que la idea de compartir este sueño juntos… Porque algo me decía que este sueño también formaba parte de ti.

Para tratar de llenarme de valor, retome el hilo de los recuerdos… Recordé aquel escenario donde nuestro amor se fue rememorando así mismo, donde nos volvimos a re-conocer… una vez más.
Fue en un parque, la tienda de helados abrió una sucursal muy pintoresca debajo del reloj (Tipo big ben) del pueblo, era allí donde casi todas las tardes me dirigía a charlar contigo, a disfrutar tu sonrisa, a perderme en lo profundo de tu mirada.
El reloj y el parque, así como la vegetación propia del lugar, fueron un lugar más que propicio para estimular nuestra confianza y surgieran de forma natural las confidencias, los anhelos, los traumas y fundamentalmente la fuerte amistad que sirve de cimiento a toda verdadera historia de amor.
Nos contamos respectivamente nuestros recuerdos familiares… supe que habías dejado los estudios y trataba de motivarte para que los continuaras, supiste que uno de mis deseos era conocer el mar, descubrimos que nos encantaba estar juntos, era esa sensación de sentirte en tu hogar después de un largo viaje, de una larga ausencia, era esa sensación de haberse perdido y saberse encontrado, ese sentir que te reconoces en el otro, fue así como poco a poco nuestras vidas se hacía más comunes, más similares, como más unidas… yo vivía tus días, tú vivías mis cosas.
Pronto tú comenzaste a estudiar un bachillerato y estabas por cumplir 17 años, yo seguía atendiendo mi negocio e zapatos, pero en mi alma una rebeldía comenzaba a despertar, me sentía inconforme, me sentía obligado a regalarte el mejor hombre que yo pudiera ser capaz de ser. Algo me impulsaba a buscar nuevos caminos, nuevos horizontes, algo me decía que mi destino era mucho más grande del que hasta entonces me había imaginado… ya sabes “trabajar, divertirse, tener hijos, sobrevivir lo más cómodamente posible y un día morir”.

Algo me hizo sentir que el haberte encontrado, era una señal de que mi vida tomaría otro rumbo, tomaría el camino original, el camino de los sueños… “Del cual la gran mayoría de la gente se separa por temor, por ignorancia, y/o por falta de amor”.

Por eso creo firmemente en que encontrar al amor de tu vida es primordial, ya que es ese amor el que te impulsará a retomar el camino maravilloso que debería ser tu vida, te ayudará a ser el mejor ser humano que puedes ser… y no enfrascarse en esas relaciones que lo único que hacen es sacar lo peor de ti, y cada miembro de la pareja se hace cada día más infeliz… ¿Cómo saber que estas con la pareja correcta? Muy simple, lo sabes cuándo te das cuenta que te inspira a ser mejor, a conseguir tus propios sueños, cuando estar a su lado hace de tu vida el verdadero cuento de hadas que toda vida debe ser, de acuerdo a la palabras de Mark Hans Christian Andersen.
Fue entonces que la idea ilumino mi mente, como en tu familia yo no era bien visto (algo normal después de la fama de mujeriego y parrandero que yo mismo me había dedicado a construir), y como a la vez tu vida familiar se tornaba incómoda y limitante (por los continuos choques familiares entre tus padres, hermanos y hermanas), lo mejor sería que los dos escapáramos juntos a otro lugar, un lugar donde el amor se pudiera vivir en libertad, donde la gente nos dejara de molestar con sus fatales presagios sobre nuestra relación, donde comenzáramos a descubrir nuestras potencialidades y talentos… donde nos dejaran vivir nuestra historia de amor con ojos de esperanza, más que con temor, con una intensa fe en que las cosas saldrían bien y no esperando en que todo terminaría mal… como todos presagiaban (y no porque fueran adivinos, sino porque vivían con terror), donde nuestro amor fuera la base primordial para una vida abundante en todos sentidos, consecuencia de la felicidad… y no al revés como nos habían hecho creer, que primero era el dinero, el éxito y la comodidad y eso te daría felicidad.
Algunas de mis ideas ni yo mismo las alcanza a comprender en su totalidad en aquel entonces, pero mi corazón me decía que defendiera mi amor, que persiguiera mi más bello sueño… Y mi sueño más bello era vivir nuestro amor y de allí partiría (y partió) la abundancia y armonía en todo lo demás… “Ese amor que no tiene explicaciones y que sin embargo te inunda el corazón, ese amor que es el cimiento de la vida, la única ley, la base de cualquier religión… ó como dirías tú, “La única droga Legal”, pues las otras drogas solo son síntoma de mediocridad”.

Traté de interrumpir mis recuerdos, tu puerta estaba frente a mí. ¿Lo haría o no?, ¿Aceptarías o no? La duda y el temor que todo sueño antepone a su realización, se apoderaba de mi, deseaba con todo mi corazón que las cosas me salieran bien… Llevaba días planeándolo, armando el discurso que te diría para tratar de convencerte. Y ahora estaba allí, pero las ideas se eclipsaban en mi mente… ó quizá me sobraban de tanto amor, de tanta ilusión.