RECUPERA A TU HOMBRE EN 7 DÍAS

Tercera y ¿Última parte? Continuamos...

En el capitulo siguiente, le agradecían a Pam toda su ayuda con un ramo de rosas y claveles, que ellos mismos hicieron, diciendo Luis lo siguiente:
-          Gracias por ser tan buen agente con nosotros Pam, de no ser por ti, hubiésemos tenido que dormir en la terminal de autobuses, en la calle o que se yo, pero gracias a tu buen corazón (Pam sonreía), mi nena tubo un techo que la protegiera del frío y una cama donde dormir calientita, y por si fuera poco ya tenemos trabajo, así no le faltará nada. ¡Gracias Pam! Gracias por ayudarme a cuidar a mi chiquita, - Y ya me detuve, porque como siempre que algo me salía del corazón, estaba a punto de llorar-
En las noches cuando salíamos del trabajo, caminábamos abrazados por las calles, mientras nos contábamos como estuvo nuestro día, una de esas noches vimos a Sofía parada en la entrada de la puerta de su casa, y tu notaste que estaba triste y quisiste decirle algo para alentarla, pero al no atreverte te dije…
-          Ten calma mi amor, ya la iremos conociendo más, así desarrollará su confianza en nosotros y entonces la podrás ayudar, pero ya quita esa cara de tristeza, ya te dije que para poder ayudar a la gente, no debes apropiarte del dolor se sus problemas.
-          Si, ya sé… “Lo mejor que puedes hacer por un pobre, es no ser pobre” – respondiste con una de mis frases favoritas.
-          Oooooh, que rápido aprendes cerebro de hormiga – bromeé para hacerte sonreír.
Sonriendo y golpeando cariñosamente mi brazo dijiste – Lo que quise decir fue que tienes razón, que esperaré a que nos tenga confianza, para ver si podemos ayudarla en algo. ¿Sabes? Hoy le conté a Pam como nos conocimos, y le volví a explicar que nuestro amor es diferente a todos, creo que ella disfrutaba de mi relato, porque sus ojos se iluminaban como recordando sus propia historia de amor, supongo que todos tenemos una ó varias ¿no?
Yo solo asentí con la cabeza, sin decir nada más, estabas entrando a casa y te cargue en mis brazos y te lleve a la cama, te acosté y apague la luz, para después regresar a acostarme contigo, pero como siempre fuera de las cobijas.
-          Sabes amor, yo entro 6 de la mañana a la tortillería y te dejare sola desde cuarto para las 6, y eso no me gusta nada – dije auténticamente preocupado.
-          No te preocupes, yo sé cuidarme sola, además estaré con Sofía  - Dijiste para tranquilizarme.
-          Si, ya sé que no eres una niña (aunque lo eras, los dos lo éramos), pero no me gusta dejarte sola, además en todo caso ¿Quién va a cuidarme a mí? – bromeaba
-          ¡Ah! Pues cuando no podamos estar juntos, tendrás que cuidarte solito, porque si no lo haces ya no te voy a querer, ¿He? – Sentenciaste.
Platicamos de cuánto dinero ganaríamos en nuestros respectivos trabajos, y haciendo cuentas nos percatamos de que podríamos ahorrar un poco, y si éramos cuidadosos hasta nos alcanzaba para ciertos lujos, - para ti y para mi compartir un helado, una paleta de dulce, un atardecer tomados de la mano, una noche de luna, unas líneas llenas de sentimiento escritas en papel o el aroma de la flores, era todo un lujo - ¡Claro! Nuestro amor era un lujo muy preciado con que Dios nos había premiado… Y esa noche te enseñe a disfrutar de uno de los regalos que la vida nos hace todos los días, (mejor dicho todas las noches).
Seguíamos platicando y algo estabas a punto de decirme, cuando te puse un dedo en la boca para callarla, cerré tus ojos con mis labios y dije – Escucha –
-          ¿Qué? Respondiste asustada, pensando que algo andaba mal en la calle – yo no escucho nada  - dijiste.
-          ¡Shshshshshsh! Pon atención amor – te chite – Escucha el viento, el trinar de los grillos, escucha tu respiración y la mía, escucha como late tu corazón contra tu pecho, escucha todo con atención… te volví a cerrar los ojos con un beso y…